Que no es lo mismo que franqueza sexual. La franqueza sexual es un pacto de pareja por el que, en caso de desliz romántico, cada miembro se obliga a contarle al otro lo que ha pasado. De esta manera el engañado puede decidir, con toda la información en la mano, si perdona o no perdona la traición. En cambio la franquicia sexual no tiene que ver con el engaño, sino con la inapetencia sexual de la hembra. Es público y notorio que a los hombres les apetece casi siempre tener sexo. Si se trata de sexo oral pasivo (que no haya que trabajar, vamos), sobra la palabra casi. En cambio la mujer puede entrar en fases de anorexia sexual, debidas por ejemplo a problemas laborales, y condenar a su pareja a meses y meses de abstinencia forzada o lo que es aún peor, de kikis desganados. En una pareja estable, estar dos meses sin hacer el amor o haciéndolo sin ganas, para un mujer es una “etapa”. Para un hombre es el fin del mundo. En el Reino Unido, el Dr. Libidingston, el terapeuta sexual más prestigioso del país, está proponiendo, a las parejas que acuden a su consulta con este problema, un pacto que él llama sexual franchise, o sea franquicia sexual. En el mundo de los seguros es cada vez más frecuente que el asegurado se comprometa a pagar una cantidad determinada de dinero en cada accidente. Por ejemplo, si el cliente tiene un seguro con franquicia de 300 euros, la compañía sólo se hará responsable de las reparaciones del coche superiores a esta cantidad. La franquicia sexual consiste en que por debajo de los tres meses (por ejemplo) sin relaciones sexuales, el varón asume la inapetencia sexual de la hembra y se obliga a no buscar fuera de la pareja lo que no obtiene dentro de la misma. Una vez superado el plazo pactado, el hombre queda en libertad para disfrutar de cuantas aventuras románticas desee, sin que la mujer pueda exigirle fidelidad ni ponerse de morros por las escapadas sexuales de su marido. “De ese modo” – explica Libidingston – “cuando la mujer entra en fase de anorexia carnal, sabe que tiene x semanas para ponerse las pilas, porque si no acabará con unos cuernos como los del padre de Bambi y encima no podrá patalear”. La franquicia sexual estimula a la mujer a resolver en un plazo razonable los problemas de autoestima que a veces la desmotivan sexualmente y resulta sumamente ansiolítico para el varón: porque lo que más le desespera al hombre cuando su chica no le desea carnalmente no es tanto entrar en el dique seco sino ignorar cuanto tiempo va a durar la fase del perro del hortelano, en el que su mujer ni folla ni deja follar.